Rituales fúnebres en algunas regiones colombianas

Rituales

La diversidad cultural en Colombia es tan rica que vale la pena hacer un recorrido por ella para conocer las costumbres y rituales religiosos que tiene cada región a la hora de decirle adiós a un ser querido. 

Pero antes de entrar en materia vale recalcar que en el país, actualmente existen identificados cinco grupos étnicos; indígenas, afrocolombianos, raizales, palenqueros y gitanos (también conocidos como rom), cada uno con sus rituales fúnebres. 

Estos grupos, de acuerdo al último censo del DANE están repartidos de la siguiente manera: 

Indigena: el 4.4% de la población pertenece a este grupo que se concentra principalmente en La Guajira, Cauca, Nariño y Córdoba 

Afrocolombianos: el 6.4% de los colombianos son afro y están ubicados principalmente en el Valle del Cauca, Chocó, Bolívar y Antioquia.

Raizales: son el 0.05% de la población y están ubicados en San Andrés y Santa Catalina. 

Palenqueros: representan apenas el 0.01% de la población colombiana y se encuentran principalmente en Bolívar. 

Gitanos (Rrom): es la etnia más pequeña del país con un 0.006% y están concentrados en Bogotá, Santander, Norte de Santander y Tolima. 

Con esto claro, podemos entender mejor las costumbres y tradiciones que tiene cada región, que como bien sabemos cada una está compuesta por la mezcla de las culturas indígenas, españolas y africanas. 

Pacifico 

Por su ascendencia africana en esta región los rituales fúnebres son una celebración en el que no solo los familiares del fallecido participan, sino toda la comunidad. 

En esta región podemos encontrar afrocolombianos, palenqueros y raizales que poseen un fuerte sentido de espiritualidad. Por esta razón, los ritos fúnebres que se llevan a cabo se dividen en varias etapas. 

Agonía: en esta etapa es cuando la persona está en su lecho de muerte y a diferencia a lo que pasa con los enfermos en las ciudades, se activa lo que ellos llaman solidaridad comunitaria la cual consiste en acompañar a la persona, rodearla de amor, le ofrecen sus alimentos y bebidas predilectas, la llenan de afecto, le rezan oraciones y le leen novenas de los santos para ayudarla a tener un buen adiós. 

Muerte: es la preparación, arreglo y conservación del cuerpo antes de ponerlo en el ataúd. En esta etapa la comunidad, familiares y conocidos lo velan, rezan, le cantan o bailan al recién fallecido. En caso de no haber una funeraria hombres y mujeres realizan diferentes tareas; ellas se reúnen alrededor de quien va a lavar y embalsamar el cadáver para ayudar, rezar, cantar, coser, y asear y decorar el recinto, mientras ellos se reúnen con el carpintero o van al cementerio para alistar la sepultura.

Velorio: luego de dejar el cuerpo arreglado es expuesto a sus allegados y asistentes al funeral. El escenario donde se lleva a cabo el ritual consta de un altar con un Cristo y un moño de tela negra o una mariposa del mismo color tallada en madera o en papel. Este altar suele también estar decorado con coronas de flores, cirios y veladoras 

Algo característico del velorio en estas comunidades es que existen tres espacios: uno sagrado donde está el altar, uno semisagrado donde las mujeres preparan los alimentos que luego son repartidos entre los asistentes, y una zona profana, donde se reúnen cantores y cantaoras para descansar; familiares, compadres y amigos venidos de lugares cercanos y lejanos. 

En este espacio también, suele jugarse dominó, contar chistes de doble sentido, leyendas de seres sobrenaturales e historias cotidianas. Además del acompañamiento a la familia, los asistentes aportan trabajo, materiales, comida, licor y dinero.

Entierro: en esta etapa se traslada el cuerpo del lugar de velación hacia el cementerio y culmina con la sepultación del mismo. Acá suelen suceder dos procesiones fúnebres, una hasta el templo y otra hasta el cementerio. En el recorrido de un lugar a otro se dan expresiones como quejas, reclamos o alabanzas. 

Novena o novenario: este acto dura nueve días ininterrumpidos desde la muerte de la persona. Durante ese tiempo los dolientes mantienen una rigurosa vigilia y en las siguientes ocho noches el encuentro con el fallecido se da en un altar donde se rezan salves, rosarios y se cantan alabaos. 

Los alabaos consisten en cantos que poseen letras o textos literarios bíblicos como Ave María, Santo, Agnus Dei, entre otros, que tienen que ver con los caminos del alma al más allá. Se cree que estos cantos son una forma de acercar el alma más a Dios y contrarrestar el pecado. Algunos de los alabaos no pueden ser cantados sentado, deben ser de pie por su solemnidad. 

Asimismo, estas alabanzas se realizan en el velorio y en la celebración de rituales como el chigualo; ceremonia que se realiza cuando fallece un niño, entre los 7 y 14 años, y se cree que se vuelve un ángel y va directo al cielo, por lo que no se le hace velorio ni novena, como si se le hace a los difuntos adultos.

Última noche: es el último día de la novena y se construye un altar nuevo o arregla el que se estaba usando. El ritual inicia a las 9 de la noche con cantos y rezos y termina a las 5 de la mañana con el levantamiento de la tumba y desarmado del altar. 

Esta etapa es similar al velorio ya que se suele repartir comida y bebidas, en uno de los espacios que puede ser el jardín o ante jardín de la casa del difunto se juega dominó, cartas y parqués; se cuentan mitos, leyendas, historias fantásticas y echan chistes mientras frente al altar, cantaoras y cantaores no paran de entonar alabaos, cantos e himnos y rezar salves, rosarios y otras oraciones.

Cabo de año: estos grupos categorizan a los muertos, santos, vírgenes y al propio Jesús como gente por lo que se les celebran aniversarios, nacimientos o los cabo de año que no es más que la fecha de la muerte. Para ello suelen armar un altar especial en la casa o en una iglesia. 

Amazonía y Caribe

En estas dos regiones se concentra la mayor cantidad de grupos indígenas cuyos rituales fúnebres se caracterizan por sus cantos autóctonos. En el caso de los Wayu, el proceso consta de dos entierros o dos muertes; la primera se da en cualquier lugar donde se haya dado el deceso y el segundo en su territorio. 

La tradición Wayu dice que la exhumación para el segundo entierro debe ser realizada por el pariente más joven próximo al fallecido quien pasa 24 horas de vigilia sin comer ni dormir y tampoco puede llorar, de lo contrario el espíritu no puede emprender el viaje al más allá (jepira). Para que el joven familiar no duerma el resto de familiares y acompañantes realizan cantos y charlas para mantenerlo despierto. 

El último adiós se le da rociando los restos y la tumba del fallecido con chirrinchi para luego guardarlos en un cofre y llevarlos a su última morada. 

Por su parte, los Waunana aseguran que la muerte es causada por los malos espíritus por eso cuando alguien muere el Jaibana, quien es la persona que acompañó al fallecido durante la enfermedad, conduce a la persona por una ceremonia corta en donde los espíritus malos que causaron la muerte son condenados. 

El cuerpo generalmente es colocado en una canoa y es enterrado en un cementerio que suele estar a las orillas del río. Una tradición bastante llamativa es que la viuda se corta el cabello inmediatamente luego del entierro y dura unos dos años rapada. 

Otro de los rituales fúnebres llamativos que se realizan en estas regiones es el de los Nukak Maku. Ellos creen que los muertos o mejor el espíritu del fallecido puede regresar y llevarse a uno de los vivos. Por eso, cuando entierran a un familiar queman todas sus pertenencias y abandonan el lugar,  dando inicio a un viaje nómada. 

El último grupo étnico que cuenta con un ritual fúnebre llamativo es el gitano. Esta etnia que se concentra en la región andina tiene una percepción negativa de la muerte. 

Cuando la muerte llega a este grupo, este suceso altera de sobremanera la cotidianidad social y espiritual de los gitanos. Tienen la creencia que el espíritu tiene la capacidad de volver y acompañas a la familia durante el primer año de la muerte, realizando actos malignos en contra de sus parientes más cercanos. 

En ese sentido, algunas de las costumbres que hacen los familiares es botar la ropa y pertenencias de uso personal del fallecido y abandonar temporalmente la casa dónde vivía. Acto similar al realizado por los Nukak Maku 

Como puedes ver los rituales fúnebres en Colombia son diversos y bastante curiosos para quienes no pertenecen a uno de los grupos étnicos antes mencionados. Es importante que estos grupos puedan seguir con esas costumbres pues son parte importante de nuestra historia y cultura. 

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